Cuidado con el populismo
Sergio Lehmann Economista jefe Bci
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Sergio Lehmann
Han sido ya varias semanas muy complejas para nuestro país. Si bien se han acogido legítimas demandas sociales, el costo económico, dado el camino de violencia y disrupción que a ratos se impuso, ha sido cuantioso. Bajo este escenario, y considerando la larga lista de necesidades que ha emergido desde distintos grupos de interés, aparece en el horizonte el riesgo de caer en el populismo, que genera costos muy elevados, que permanecen en el tiempo y que llevan ineludiblemente a un deterioro en el bienestar social. Entendemos por populismo a la proposición de respuestas simples a problemas complejos, que degradan el conocimiento experto y que, por tanto, resultan equivocadas, llevando a una decadencia económica y social.
Chile se ha caracterizado en las últimas décadas por adoptar políticas responsables, bien fundamentadas, que han permitido avances notables. Hemos mantenido cuentas públicas ordenadas, velando por financiar gastos permanentes con ingresos permanentes. Se ha avanzado en disponer de una mejor infraestructura pública, financiada de forma eficiente, no obstante se reconocen desafíos aún pendientes en este campo. El mercado financiero ha dado cuenta de un desarrollo importante, muy superior al que registra buena parte del mundo emergente, llevando a un mercado hipotecario y de financiamiento para inversiones profundo.
Si bien aún hay grandes desafíos por delante en materia social, estos pilares no sólo debemos mantenerlos, sino que fortalecerlos, reconociendo que son esenciales para retomar el camino del progreso, más aún ahora, que tras los episodios de violencia, intolerancia y disrupciones en la economía, será más sinuoso y resbaladizo hacia los próximos años.
Vienen cambios importantes por delante, en que nos haremos cargo de una agenda social ambiciosa y un compromiso potente de proveer servicios públicos de mayor calidad. Pero para avanzar apropiadamente en esa dirección es fundamental reconocer aquello positivo que se ha construido en las últimas décadas, nuestras virtudes y fortalezas, y elaborar sobre ello. Como bien señalaba Sócrates, los cambios que permiten avanzar no sostienen su energía en la destrucción. Y, agregaría, exigen disciplina técnica y mirada de largo plazo.
No podemos dejar espacio al populismo. En ese sentido, el Ministerio de Hacienda ha sido responsable, reafirmando la necesidad de comprometer gastos sólo en la medida que estén debidamente compensados por mayores ingresos. Se ha planteado, además, el compromiso de ir reduciendo el déficit fiscal hacia los próximos años, de forma que la deuda pública se estabilice. Se debe avanzar también en modernizar el Estado, haciendo más eficiente su funcionamiento, con menos burocracia, con procedimientos más ágiles y mayor automatización.
A nivel global, se advierte que el populismo ha ido ganando lugares, ante propuestas simplistas que son acogidas con rapidez y que desafían los argumentos académicamente bien fundados. Existe el riesgo de que estas miradas adquieran mayor fuerza, dados los beneficios políticos de corto plazo que a veces generan. De hecho, en varios países se reconocen avances preocupantes en esa línea. Es clave entonces, a pesar de los desafíos que ello conlleva, insistir en planteamientos técnicos, dando cuenta de los alcances en que deriva la irresponsabilidad del populismo. Ello requiere, además, de una institucionalidad fortalecida.
Trabajemos por ello, para no poner en jaque el desarrollo y los anhelos de un mayor bienestar para nuestro país.